sábado, 14 de septiembre de 2013

Espíritu peregrino

Hoy, segundo día de Camino, se siente con más intensidad el espíritu del mismo. Hoy más bosques, más sendas, más caminos y poco asfalto, aunque sigue habiéndolo. 
Hoy, desde el principio salimos agrupados, o más o menos. Cada uno lleva el ritmo que quiere, o que puede, pero al final de cada tramo nos reagrupamos. Ritmo intenso, con pendientes pronunciadas, pero un sabor de boca al final de las mismas que es difícil de explicar. Además, como cada día hago, la dedicatoria me imprimía más fuerza y en los momentos de dificultad me empujaban a completar la cuesta. Y hoy no eran fáciles. Especialmente al final de la misma, una vez que habíamos parado en Salas. Teníamos claro que queríamos llegar hasta Bodenaya, donde el albergue tiene una fama que le precede ganada a pulso por méritos propios. A pesar de alargar la etapa, llegamos a buena hora y la comunión entre los peregrinos se hizo aún más patente, concluyendo con una cena común de todos los peregrinos y la magnifica compañía de Alejandro, el hospitalero. 
Hay una cosa que no quiero dejar pasar, y es que cada momento que paso en el Camino, mi ilusión, mi felicidad, mis ganas crecen. ¡Habría incluso que plantearse incluso recetarlo!
En absoluto, ni por la más dura de las dificultades me arrepiento de haber venido. Es más, ya me estoy planteando incluso volver.


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