sábado, 14 de septiembre de 2013

Sigue la flecha

El primer día de camino es el día de las dudas y de la ilusión. Dudas si serás capaz de hacer el camino, si sabrás seguir la ruta sin perderte, si cumple las expectativas creadas.
La respuesta a todo aparece pronto. Nada más salir confirmas que el camino que se hace solo quiere decir que se empieza solo. En seguida coincides con más peregrinos y caminas juntos. A veces al mismo ritmo, a veces a ritmos diferentes, pero siempre juntos. La meta del día es la misma.
No te pierdes. O mejor dicho, el camino, gracias a muchas personas que, con dedicación  gratuita, han sembrado el camino de conchas y flechas para facilitar el camino al peregrino. Mi primera flecha fue en Oviedo, donde ya se habían acabado las conchas aún dentro de la ciudad (luego reaparecerán), y siguiendo el consejo de mis mentores en el camino, busqué la flecha, que está, a veces más visible, a veces menos, que te marca la dirección a seguir. En el camino hay una cosa que no se puede dejar de hacer: seguir la flecha.
Esta secuencia de flechas me llevó a terminar en el albergue de San Juan de Villapadaña, donde estaba previsto. Cansado pero poco, debido a la carga de ilusión que llevaba.
En el albergue comencé a sentir de verdad el Camino, hecho por sus peregrinos, disfrutando de la compañía de otros como yo que, por motivos tan diferentes como cada uno de los presentes, hemos decidido venir hasta aquí.


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