Ayer hicimos posta en As Seixas, donde disfrutamos de uno de los mejores albergues del camino y de unos momentos increíbles: hay una pequeña piscina donde meter los pies en agua fría tras más de 35 km andando, ¡casi sentíamos tocar el cielo!
El camino comienza en gran medida cuando terminamos cada día de caminar, cuando disfrutamos de la gente que nos hemos ido acompañando durante todos estos días y con los que parece que llevamos toda la vida. Cada uno tiene su particularidad, su forma de ser, pero el Camino, sus dificultades y sus buenos momentos hace que cada uno de lo mejor de sí y permita una convivencia increible.
Merendar, o casi cenar, un plato de garbanzos se ha convertido en un placer de los que se disfruta como pocos y más cuando la compañia genera un ambiente increíble. O una cerveza fría en los últimos kilómetros de la etapa, donde el sol hace presencia en todo su esplendor...
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